Hacía tiempo que no contábamos nada sobre el jardín. Ahora que empieza la primavera, es el tiempo perfecto para plantar nuevas cosillas por el jardín. Si estás dándole vueltas a qué tipo de arbusto poner en ese hueco desangelado del jardín, no busques la típica tuya o setos habituales. Mira a ver qué te parece este Rusco o también llamado Acebo menor. Su floración casi permanente y su hoja perenne darán un toque de color en invierno.
El rusco se llama acebo menor o acebillo, aunque no hay parecido alguno.
Morfológicamente, cuando observamos un rusco vemos «hojas» (más adelante cuento por qué pongo hojas entrecomillado) con cierto aspecto puntiagudo y bayas rojas en los arbustos femeninos que fructifican en invierno… dicho así, desde luego pensaríamos en un acebo no? Taxonómicamente o botánicamente hablando, solo se parecen en que son plantas.
No comparten ni género, ni familia, ni si quiera subreino. Curioso, pero así es. El acebo es Ilex aquifolium.
El rusco o acebo menor es Ruscus aculeatus. De hecho tiene más parecido con un espárrago que con el acebo, y no, no estoy de broma. Pertenece a la familia Asparagaceae. No creo que haga falta decir más… A partir de esta aclaración, empecemos a hablar un poco más del rusco.
El rusco y su «rutina»…
Tradicionalmente, se ha venido utilizando por ciertas propiedades que tienen su razón en una molécula muy concreta: La rutina. La rutina o rutósido es un flavonoide (grupo de moléculas muy amplio que metabolizan muchas plantas) al que se le achacan multitud de propiedades, desde antiinflamatorias hasta anticancerígenas.
La veracidad de las propiedades se las dejamos a los expertos bioquímicos y farmacéuticos ya que se ha dicho y se ha desdicho mucho sobre los flavonoides y sus supuestos beneficios.
La industria se ha forrado literalmente con alimentos funcionales y suplementos nutritivos ricos en flavonoides que luego resultaron ser mero placebo y sin efectos demostrables.
Sí es cierto que hace poco leí un estudio sobre la bioactividad de los extractos y compuestos del Rusco, estudio llevado a cabo por varios institutos de investigación y universidades de Alemania y Serbia. Este estudio se hizo en condiciones muy concretas de cultivos microbiológicos de un gran número de bacterias para ver, de forma aislada, las propiedades bactericidas de algunos de estos extractos, entre ellos la rutina. Los resultados son prometedores, pero como decimos, son ensayos de compuestos aislados en medios de cultivo controlados. No se evaluó el efecto en el ser humano. Por este artículo me acordé del Rusco y por ello estoy escribiendo estas líneas hoy.
Aquí va el link del artículo: Bioactivity of the extracts and compounds of Ruscus aculeatus L. and Ruscus hypoglossum L.
Características que hacen al rusco un arbusto muy especial
Su naturaleza rizomatosa
En primer lugar, hemos de decir que es una planta rizomatosa y como tal hemos de saber que tiene unos tallos subterráneos de los que emergen tallos florales. Son plantas que tienden a expandirse con facilidad gracias a esta característica.
El ejemplo más conocido de planta rizomatosa puede ser el jengibre. En realidad, lo que aprovechamos del jengibre no es la raíz sino un rizoma, un tallo en realidad. El rusco comparte con el jengibre esta morfología subterránea.
Lo que son hojas y lo que no son hojas en un rusco
Hay una estructura foliar muy curiosa que no se ve muy a menudo. Se llama filoclado y aunque parezca una hoja, no lo es. Suele decirse que son las hojas falsas del rusco. En realidad es una parte más del tallo con una única espina al final.
De este filoclado salen las flores, característica más llamativa de esta planta. La flor no tiene un gran valor ornamental aunque el sólo hecho de que parezca que emerge de una supuesta hoja ya es suficiente para echarle un ojo y sorprenderse.
Es una planta dioica (como el acebo) así que tendremos plantas con flor masculina y plantas con flor femenina. Si queremos plantarlo en el jardín, hay que asegurarse tener de los dos!… Las bayas no fructifican por arte de magia!.
Siempre verde, llamativas bayas rojas pero tóxicas… cuidado.
Un arbusto siempre verde, siempre da color en las temporadas más aletargadas del mundo vegetal (invierno normalmente). Con este arbusto de hojas y tallos verdes, nos aseguramos cierto color clorofílico durante los largos periodos invernales.
Sus globosas bayas de rojo intenso son las que realmente decoran el arbusto y hacen que recuerde al acebo. Cuidado porque son tóxicas y nos pueden acarrear una gastroenteritis bastante seria.
Florece prácticamente todo el año, lo que la hace muy atractiva
Hablemos de las necesidades de cultivo del rusco
Temperatura y luz
Este arbusto necesita condiciones de sombra o semi sombra evitando en la medida de lo posible el sol directo. Es rústico pero puede llegar a sufrir en invierno si las heladas son muy severas y continuadas.
No es un arbusto muy propicio para climas de montaña donde las temperaturas bajen con facilidad de -5 0 -10ºC.
Suelo y riego
Prefiere los suelos neutros tirando a ligeramente ácidos, típicos de zonas boscosas, densas de vegetación umbrías y húmedas, aunque soporta cierta alcalinidad también y suelos secos. La rusticidad en cuanto a suelo está más que asegurada.
[alert style=»yellow»]En invierno apenas necesita riego. En los periodos estivales, si no está en zona muy húmeda, habrá que aportar riego regular. De todas formas, tiene cierta tolerancia a la sequía aunque no conviene despistarse demasiado.[/alert]
Multiplicación. Plagas y enfermedades
Para multiplicarlo y conseguir un efecto de seto se debe hacer en primavera esquejando o por división de mata. Si se hace por esquejes, habrá que esperar a que enraíce en una maceta y luego trasplantar cuando ya desarrolle el sistema radicular. Una de las ventajas de este seto es que su rusticidad frente a plagas y enfermedades es muy alta.
No es una planta tan delicada como otras de jardín más famosas.